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  • Writer's pictureAlba Pardo

A la memoria de Tom Sims por Brad Steward

Brad Steward es un antiguo rider profesional y es el fundador de Bonfire Snowboarding. Brad fue uno de los primeros emprendedores de la industria del snowboard y actualmente es el director de marketing de Bonfire y Salomon Snowboards. Y hoy nos ha hecho llegar el mensaje que ha escrito en memoria de Tom Sims.

“A la memoria de Tom Sims:

Entre los mediados de los ’80 y a principios de los ’90 Tom Sims y yo habíamos planeado muchas cosas juntos. Teníamos una lista:

1-      Construir el primer half pipe permanente de la historia en la estación de esquí Ski Area, en Snow Summit, California.

2-      Enseñar a todos y cada uno de los skaters de Japón a hacer snowboard.

3-      Apartar la marca de Skate de Sims de Vision Streetwear, fichar a Hosoi.

4-      Empezar una empresa de  mountain-bike

5-      Hacer una álbum de fotos de snowboard para esa cosa que llamaban Internet.

6-      Decidir si éramos chicos de Canon o de Nikon, y si usaríamos carretes Fuji o Kodak (el haría pruebas y luego me diría qué teníamos que utilizar).

7-      Abrir las puertas al snowboard en cada estación de esquí del mundo.

8-      Derrotar al chico de Vermont que se había casado con la chica rica. (Ésta era su manera de referirse a Jake Burton en los tempranos días, antes de que más o menos arreglaran su relación).

9-      Crear la empresa líder en el mundo de Surf, Skate y Snow.

10-    Empezar una revista.

11-    Hacer que saliera el snowboard en la MTV.

12-    Salir con la conejita Playboy Kim Herrin.

13-    Hacer un snowboard para ripar olas.

14-    Hacer una bici para ripar olas.

15-    Enseñar a Kevin Staab, Hosoi, Alva, Jerry López y a todos los jodidos Socorristas de North Shore a hacer snowboard.

En esta lista había centenares de cosas, pero éstas son algunas de las pocas que recuerdo. Además de la lista, Tom tenía unas cuantas normas:

1-      Nunca, nunca jamás tapar ninguna parte del logo triangular de Sims. Esto era sagrado.

2-      Nunca hablarle a Tony Hawk, Stacy Peralta o a Stecyk del snowboard, porque podrían enseñar a los Bones Brigade como ripar y hacer de Powell la compañía de snowboard más guay del mundo y borrar a Sims del snowboard como hicieron en el skate.

3-      Asegurarse de que todos los chicos de Bones Brigade tuvieran tablas Sims gratis.

4-      Nunca ir a hacer snowboard sin una cámara y muchos carretes.

5-      No hacer nunca fotos a riders que no llevaran Sims.

6-      Nunca contarle a nadie que trabajara en una marca de esquí que estábamos haciendo dinero.

7-      No dejar que Barfoot se hiciera mayor que Sims.

8-      No hacer nada que hiriera a Chuck Barfoot.

9-      No dejar nunca de publicitarse en las contraportadas de las revistas.

10-    Nunca dejar que Palmer, Kidwell o Craig Kelly fueran para alguna otra marca que no fuera Sims.

11-    Nunca comprar Coca-Cola para alguien del equipo. Se compraría cerveza, hierba, ácido y setas a su propia discreción y riesgo.

12-    Si no puedes ser el mejor rider del grupo, sé el que va mejor vestido.

13-    No olvidarse de mandar al hijo del propietario de cada estación de esquí una tabla de snowboard gratis.

14-    Nunca rascar la cera de la base de la tabla en dirección del tail al nose, y hacerlo siempre del nose al tail.

15-    Nunca quitar las aletas laterales de tu tabla cuando tienes que ripar en polvazo.

16-    Nunca ripar sin estilo.

17-    Doblar los highbacks siempre que te hagas una foto con la tabla en la mano al lado de un tío de Burton (así se ve que los highbacks de Sims se doblan y los de Burton no).

18-    No llevar nunca mochila, las riñoneras son más cool y el logo de Sims se ve mejor.

19-    Nunca lleves ropa de esquí. Ponte un neopreno o algo cantoso comprado en Europa, preferiblemente en una tienda de la Jet Set del centro de St. Moritz.

20-    Ponte siempre ropa o utiliza material que nadie más pueda conseguir, y haz snowboard en sitios que nadie más pueda ir. Y asegúrate de que tienes una foto haciéndolo.

21-    Las fotos de Terry Kidwell siempre tienen que ser haciendo trucos de skate, nunca lo enseñes haciendo giros por ahí.

22-     Siempre que vayas a una estación de esquí ve a la pista de slalom y haz uno de los tiempos más rápidos en la pista, pero asegúrate de que derrapas la pista antes para quitar todos los baches y así evitar caerte. Porque si te caes en la pista, la imagen del snowboard se deteriora.

23-    Recuerda siempre que el snowboard es skateboard sobre nieve.

24-    Nunca vayas a trabajar para Burton.

25-    Nunca te cases con alguien que no sea rubia.

26-    No bebas demasiado, nunca fumes y nunca te tomes pastillas a no ser que sea absolutamente necesario.

27-    Nunca hables de esta lista.

Esta lista también podría continuar en varias páginas haciendo referencia a todos los tópicos de la vida. Nada de esto nunca fue escrito, o conscientemente señalado como una norma, simplemente era lo que sabíamos y de lo que hablábamos cada vez que estábamos juntos. Era el conocimiento que Tom mostró.

Trabajé y hice snowboard para Tom, de una manera u de otra de los 15 a los 23 años. Yo era un niño, como una pizarra en blanco, que vivía justo al lado de una reserva india con un pequeño half pipe de pueblo en el jardín de mi colega John, y con una estación de esquí de dos telesillas a 30 minutos de mi casa. El skateboard, el snowboard y los pocos héroes que lo practicaban lo eran todo para mi.

Mientras estuve bajo la “tutela” de Tom, cumplí la mayoría de sus normas. Él, como creador de las listas, mantuvo las reglas como sagradas y nunca lo vi violar ninguna de ellas. Tenía un aspecto muy marcado, hacia snowboard rápido y poderosamente y siempre se aseguraba de que “teníamos la foto”.

Por lo que respecta a la lista de cosas por hacer, algunas las conseguimos, otras no. Pero cada día en el trabajo, o en la montaña tenían lugar debates unidireccionales, fijación de objetivos, imaginaciones, risas, ego, hipérboles y gritos. Ese era Tom. Vivió para crear la lista y contaba conmigo para que anotara y deliberara cada idea que se le/nos ocurriera.

El único punto de la lista del que nunca soltó prenda fue el de su amiga de juegos Kim Herrin, y creo que de alguna manera se las apañó para tener una cita con ella.

Después de algunos años con Tom, me convertí en adulto y pude apreciar de una manera más profunda la persona maníaca, cuidadosa, inspiradora, informativa, loca e interesante que era Tom. A medida que me iba desprendiendo de mi juventud, empecé a ver como éramos de diferentes Tom y yo, y lo importante que era que yo hiciera lo mío, a mi manera.

Hizo cosas graciosas y fantásticas cuando vio que yo estaba creciendo. Una vez me pagó durante nueve meses para que no empezara una marca de snowboard, y demandaba que no hiciera ningún trabajo real para darme el dinero. En otra ocasión, me llevó a un bar en Zurich y me pidió que me emborrachara con él. Cuando ya llevábamos unas cuantas copas me dijo si me atrevía a poner la canción de James Brown “I feel good” en la máquina de discos hasta que nos echaran. Después de que la canción sonara 9 veces seguidas nos tiraron a la calle (tengo el vago recuerdo de Tom desconcertando al camarero mientras estábamos tirados en la acera partiéndonos de risa). Se rió de esto durante días.

Una vez también no encontramos con López, Derek y el buen amigo de Tom, Terry y llevamos a todo el legendario grupo de surfers a la montaña. Cuando tachábamos una cosa de la lista, inmediatamente él añadía una nueva tarea para hacer.

Pero, lo que más recuerdo de ésta época es lo que aprendí con el tiempo y la lenta comprensión de la capacidad que tenía Tom para sentir miedo e ira como nadie.

Estaba enfadado porque sus habilidades con los negocios le estaban empezando a fallar; enfadado porque Burton había cogido el control del deporte, de la historia y de lo que se hablaba sobre el snowboard (Tom raramente aceptó ni el trabajo ni la dedicación de nadie en Burton); enfadado porque el contrato con Craig Kelly ( que lo firmó en la estación de autobuses de Albany, Nueva York) no se mantuvo cuando le llamaron los de Burton; enfadado porque todos sus socios, en cada una de las facetas de sus negocios, al final lo acabaron jodiendo; enfadado con Vision Streetwear; enfadado porque no podía hacer más snowboard y vivir más tranquilamente. Estaba enfadado por estar enfadado por todo esto. Aún y así, de alguna manera, siempre lo mantuvo livianamente, cualquiera de los sentimientos que tenía lo lanzaba, lo verbalizaba y se iba.

En los tempranos años 90, cuando le expliqué a Tom que iba empezar Morrow Snowboads (no la sombra de la marca Morrow de hoy en día) con Rob Morrow, Todd Richards y Noah Brandon, esperaba que se enfadara. Pero al contrario, me felicitó y me pidió que le diera opción a tener una parte de la empresa, si podía. Cuando empecé Bonfire, me volvió a felicitar, me pidió una chaqueta Fireman y una parte de la empresa, si podía. Le di una chaqueta y la opción de comprar la empresa cinco años después, no porque supiera que realmente la quería. Lo hice porque sabía que su orgullo le permitiría vestir la chaqueta o comprar la empresa, y de alguna manera quería retarlo para que siguiera adelante. Lo hice porque lo respetaba, porque me encantó trabajar con él y crecer bajo su extraña y afortunada influencia en mi vida y en mi trabajo. Principalmente lo hice porque ya no era un niño que vivía por su lista mental improvisada. Ya nunca trabajamos juntos después de eso.

Pasamos a los años posteriores de nuestra relación como hacen muchos viejos amigos: encontrándoos ocasionalmente para eventos de la industria, hablando por teléfono de vez en cuando… Una vez le envié una nota después de una de sus rabietas en Facebook diciéndole que se tranquilizara, que su legado estaba sellado, era fuerte y real. Ya no necesitaba decir nada más sobre su trabajo.

Nos reímos de historias de snowboard, viejas y nuevas, llevamos a cabo algunos encuentros secretos en las ferias en los que se hizo experto en hablar profunda y cautelosamente sobre sus negocios y retos personales, hablamos cuando Craig murió en una avalancha, hablamos de divorcio y luego de casarse otra vez. Mayoritariamente, durante estas conversaciones escuché y tomé notas que iba añadiendo respetuosamente a mi lista mental mientras la charla fluía. Ésta era mi manera de apreciar la tremenda influencia y amistad que Tom era para mi. Asumo que de algún modo los dos sabíamos también que había partes de esa lista que los dos nunca habíamos dejado de intentar.

Mi último recuerdo de mi vida con Tom Sims es también mi primer recuerdo de cuando le conocí. Le llamé un día cuando tenía 14 años y le pregunté por qué sus tablas de snowboard eran tan caras y el me dio una explicación sobre toda la tecnología: bases rocker, sólidas láminas de arce, tail direccional, cierres de velcro de 7,5 cms y 5 cms, “el mismo material que utiliza Tracker Trucks para hacer sus ejes, sabiendo así que mis fijaciones son buenas”… Me había convencido, pero le dije que de hecho estaba haciendo snowboard con el material Burton que Jake me había dado hacía una o dos temporadas. Tom dijo que cambiaría eso y una semanas después se presentó en mi casa que estaba a unos 950 kilometros de la suya. Estoy seguro que condujo todo eso después de que le dijera que hacía poco que Jake nos había visitado y había hecho snowboard con mis amigos y conmigo.

El contraste de sus visitas y las sensaciones que me quedaron son inolvidables. Cuando Jack vino, lo hizo con su pick up llena de polvo con una caravana barata encima, donde durmió mientras viajaba. Como un hijo de la costa oeste y niño de la nueva generación que era yo a los 15 años, mi primera impresión fue que Jack era un Hippie de raíces de Vermont. Pensé que era guay, y que era muy educado. Todo lo que tenía era azul marino.

Más o menos un año después, Tom Sims llegó en un BMW dorado nuevo, con ruedas anchas, alerón trasero y una preciosa novia rubia en el asiento del copiloto. Tanto su amiga como Tom olían a coco y a brisa marina aún y estando en Falgstaff, Arizona. Lo inhalé. El coche de Tom estaba lleno de tablas, taladros, cintas de casete, material fotográfico, cinta americana, botines y todo lo que podía caber en su asiento trasero. Era un caos total y a mi me atrajo inmediatamente.

Nos reunimos en su hotel, el mejor hotel de la ciudad, donde su amiga se paseaba vergonzosamente en bikini y sudadera (pensé que acababa de salir de la piscina) mientras él predicaba la palabra de Sims y me enseñaba todo su material, cada una de sus tablas, experimentos y opiniones sobre riding. Recuerdo que quité del medio un rollo de cinta americana para ver la forma del nose desde lo que él llamaba “la distancia adecuada para ver toda la forma”. Me hizo mover cajas, buscar tornillos y aguantar cosas mientras hacía incontables agujeros en las tablas buscando el stance perfecto. Yo estaba mareado por la olor a cera, olas, neoprenos, mujeres y la intencionada extravagancia. Toda la conversación fue apasionada, rápida, subjetiva, indecentemente sucia y se dirigió a mi con tanto contacto visual y energía como ningún otro adulto lo había hecho jamás. Yo era un crío que acababa de pisar, sin que nadie me advirtiera, la maleza en llamas que era el snowboard, y me gustó quemarme.

Al final de todo esto pensé: ”Ve, ve a hacer snowboard con todo lo que tienes en tu corazón… y lo hice”.

Con virtud de estas visitas únicas y separadas de Jake Burton y Tom Sims, creo que tuve un asiento de primera fila en el invisible mundo (como Matrix) del consumidor y de la empresa en el contexto del snowboard de hoy, un contexto, quiero añadir, que muchos ni saben que existe, aún y trabajando en ferias y en esta industria. Tom Sims creó el “Quién” era un snowboarder. Y de otro lado, Jake Burton creó “en lo que el snowboard se convertiría” y “como lo haríamos”. Los esfuerzos de ambos, junto muchos de nosotros pertenecientes a la segunda generación, hizo crecer un deporte.

Esta dinámica está todavía viva. Cuándo compras una tabla on-line, o en una tienda, y luego vas a una estación y compras un forfait sin dificultades ni problemas: agradéceselo a Jake Burton. Cuándo veas a Jed Anderson grindando un rail masivo con una tabla con gráficos sangrientos mostrándote su dedo del medio y una pegatina del pito de Cheese: agradéceselo a Tom Sims. Cuándo veas Danny y Dingo: agradéceselo a Tom Sims. Cuándo veas Sex Pistols, Black Flag y Minor Threat en tu lista de reproducción para hacer snowboard, agradéceselo a Tom Sims. Cuándo veas a riders con libertad para diseñar la imagen y gráficos de su propia tabla: agradéceselo a Tom Sims. Éste es el contexto del consumidor, el prototipo del rider tuvo su lugar antes de que una industria o un negocio existiera. Un prototipo de rider sería el que por su naturaleza e instinto es holgado, rápido, divertido e indomable en todas sus formas. Otro prototipo, sería lo contrario que el primero: con propósitos, intencionado y con una arquitectura persona que únicamente persigue la exitosa ejecución de su plan. El ejemplo son Tom y Jake; Terry y Kelly; Palmer y Terje; Danny y Shaun. Por cierto, estos prototipos no tienen barreras de género o véase sino Tina Basixh y Shannon Dunn o Laura Hadar y Kelly Clark.

Esto sigue hasta el infinito y el snowboard es siempre más interesante cuando así sucede. Ésta puede ser también la razón de que versiones híbridas del snowboard nunca tienen una imagen tan potente como la de un prototipo pura, que está en el ADN del deporte gracias a Tom y a Jake. Alguien hace boardercross, moguls, slalom y bota dura? Somos los niños de un deporte que transpira pureza por cada uno de sus poros. Blanco o negro. Caín o Abel. Goofy o Regular.

Mientras la marca Sims cayó inicialmente en el mercado core actual, en los años 80 expuso el talón de Aquiles de Burton y marcas como Bonfire, Capita, Airblaster, Ride, Rom, Lib Tech, Union han estallado por todos los rincones en los últimos 20 años para marcar la diferencia en este negocio. En cuanto a Burton, durante los últimos 20 años han dominado el adoctrinamiento a través de la incubación, dejando éste último a las “marcas cool» para que les sirvan de excusa de su caída mientras utilizan su experiencia y pasión para llevarlo al mercado. Ninguna de estas dinámicas está mal, o es mejor o peor que la otra. La cuestión es que Tom Sims vio esta estructura, y sabía que estos prototipos conducirían el deporte y todo lo de su alrededor, bueno, al menos antes que nadie de la segunda o tercera generación del snowboard sacarán el entramado de todo esto. Si hubiera una red de X y O detrás de la cortina de todo lo que se estaba desarrollando, Sims era Neo- y vió el horro, la esperanza y el despliegue de todo.

Por esta razón, nunca creeré que Tom Sims inventó el snowboard, siempre creeré que inventó el Snowboarder. Tom Sims fue un auténtico pionero.

A mi también me han llamado pionero del snowboard durante muchos años, incluso me he pintado como tal en conferencias, notas de prensa, artículos y entrevistas. Aunque siempre me ha incomodado llevar una etiqueta, ya que fundamentalmente es lo que me enseñó Tom. También he visto a mucha gente de la industria bajo el banner de “pionero del snowboard”, anunciando la fecha en la que empezaron una marca o a hacer snowboard. Ahora, que Tom nos ha dejado digo que todo esto es mierda. Ningún leader de ninguna otra marca de las de hoy es un pionero, ya que deberíamos honorar la gente que consiguió este adjetivo bajo la definición que se le dio a “pionero” en los días del viejo oeste.

Un pionero es alguien que le cuesta montar en los planos, que viene de una tierra salvaje sin ser invitado, sucio, disgustado y muriéndose de ganas de limpiarse, sedientos de la atención de cualquiera que se parara a escuchar la improbable historia de cómo ese pionero se puso al frente ese día en particular. Un pionero es alguien que viene encendido y desafía costumbres y modelos corporativos. Las propuestas de un pionero son tomadas con inquietud y cierta distancia hasta que oímos hablar de la voluntad de su intención. Un pionero es perturbador y desaparece y sigue adelante cuando más los necesitas, no será atrapado hacia una reunión en una feria, un contrato o un plan de negocio. Un pionero no se acomodará, ni derribará vallas o tendrá relaciones “vecinales” con otros pioneros, porque se están muriendo de ganas de salir y ponerse manos a la obra para terminar lo que tienen que hacer antes de mudarse al siguiente pueblo, la siguiente aventura, o la siguiente idea en la lista.

Esto es ser un pionero. Tom Sims era un pionero. ¿Y el resto a los que nos llaman pioneros?

Somos los que trabajamos la tierra en los días justo después de que saliera la primera brillante pepita de oro de entre la suciedad del rio, descubierta por ese pobre pionero que busco tan duramente algo que brillara para demostrar su valía. Nosotros somos los que tenemos las manos limpias, hijos de las ferias y la tecnología que hemos aparecido gracias a lo que esos pioneros agarraron del rio. Somos la segunda generación, que pusimos estaciones, tiendas, revistas, webs, equipos, snow pars, teasers, pódiums y beneficios.

Estamos demasiado limpios y somos demasiado calculadores para ser verdaderos pioneros.

En cuanto a nosotros, la segunda generación del snowboard y muchas más que vendrán, menospreciamos esa cosa brillante sin nombre en el polvoriento desierto que era el mundo antes del snowboard. Propongo que hoy todos nos paremos y le pongamos un nombre a ese primer pionero, ese primer estallido de energía que nos hizo pensar “quizás hay algo que hacer aquí, algo que podamos hacer crecer”.

El nombre de ese pionero es Tom Sims.

Puedo ver a Tom Sims de pie en el medio de esa grande y abierta área de después de la vida. Con los pies firmes n el suelo para dejarnos una marca a los que estamos en el crepúsculo de la vida. Su cuello y su cuerpo están inclinados, mirando a un pequeño charco de agua, y busca en su bolsillo un trozo de papel y un boli. Escribe una nota de lo que será la nueva lista, antes de mirar arriba al sol caliente y cegador y dice para sí analizando la imagen filmada de estas palabas: “disparar a 500@5.6, utilizar Fujichrome 50 para mejores cielos azules”. Después se vuelve a guardar el papel en su bolsillo y cruza el riachuelo solo.

Gracias Tom por nuestro tiempo juntos. Me siento bien, como se que sería, porque te he conocido durante todos estos años. Pon otro franco suizo en la máquina de discos y descansa en paz amigo mío

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